En la década de los 2000, la migración a la nube empezó a ganar relevancia con el lanzamiento de servicios como el CRM de Salesforce, el cual marcó el inicio de una nueva era en la que grandes proveedores como Amazon, Google y Microsoft comenzaron también a ofrecer sus plataformas cloud.
A casi un cuarto de siglo, la oferta se ha ampliado considerablemente, y siguen predominando tres servicios principales de nube: infraestructura como servicio (IaaS), plataforma como servicio (PaaS) y software como servicio (SaaS). Estos modelos proporcionan beneficios significativos como escalabilidad, flexibilidad y reducción de costos. Sin embargo, también traen consigo mayores riesgos y desafíos de seguridad para las organizaciones.
Al migrar a la nube, las empresas enfrentan una mayor exposición a amenazas debido a la pérdida de visibilidad sobre quién accede a sus recursos, desde dónde y cómo lo hacen. Además, la gestión de vulnerabilidades se complica debido a la dependencia de terceros para mantener protegida la infraestructura.
Por ello, la seguridad en la nube es hoy crucial para cubrir todas estas áreas de riesgo. Ésta contempla la utilización de tecnologías, políticas y controles para proteger tanto la infraestructura como los datos. De ahí que para mitigar los riesgos asociados con la nube y garantizar la protección de la información es fundamental implementar soluciones y tecnologías de seguridad efectivas.
Blindando la nube
Una de los marcos más relevantes es el Secure Access Service Edge (SASE), una arquitectura que combina funciones de red y seguridad en un único servicio entregado en la nube. SASE optimiza la conectividad y protege las aplicaciones y los datos en un entorno de trabajo remoto, facilitando la gestión y la seguridad.
SASE integra varios servicios de seguridad, como SD-WAN (Software-Defined Wide Area Network), CASB (Cloud Access Security Broker), SWG (Secure Web Gateway) y FWaaS (Firewall as a Service). Estos proporcionan una seguridad coherente en todos los puntos de acceso y aplicaciones, facilitando la escalabilidad y la adaptación a las necesidades cambiantes del negocio.
La pandemia de COVID-19 impulsó significativamente la adopción del trabajo remoto, lo que ha hecho que la seguridad en la nube sea aún más crítica. SASE permite el acceso seguro de los colaboradores a los recursos corporativos desde cualquier ubicación, asegurando la continuidad del negocio.
Otro enfoque es el Zero Trust Network Access (ZTNA), basado en el principio de «nunca confiar, siempre verificar». ZTNA no confía automáticamente en ninguna entidad, interna o externa, cerciorándose de que cada solicitud sea verificada individualmente antes de conceder el acceso.
ZTNA se enfoca en tres principios fundamentales: verificación continua, acceso mínimo necesario, y autenticación y autorización dinámicas. En conjunto, garantizan que los usuarios solo accedan a lo que necesitan para sus funciones, reduciendo así la superficie de ataque y mejorando la seguridad general.
ZTNA proporciona un acceso seguro y consistente a aplicaciones y datos, independientemente de si están alojados en la nube o en instalaciones locales.
Por su parte, la prevención de pérdida de datos (DLP) es una tecnología esencial en la seguridad en la nube. DLP protege los datos sensibles evitando su pérdida, uso indebido o acceso no autorizado. Utiliza una combinación de tecnologías y políticas para monitorear, detectar y bloquear la transmisión de información confidencial fuera de la red corporativa.
DLP se centra en proteger los datos en tres áreas clave: datos en reposo, en movimiento y en uso. Asegura los datos almacenados en dispositivos, servidores y bases de datos, y monitorea las transferencias a través de redes, correos electrónicos y aplicaciones de mensajería.
Tres consideraciones clave
Muchas organizaciones, al migrar a la nube, deben rediseñar sus arquitecturas de seguridad. Este rediseño incluye evaluaciones exhaustivas para garantizar que las nuevas arquitecturas sean seguras y capaces de manejar las necesidades actuales y futuras de la empresa. Este proceso a menudo implica un assessment detallado para tomar una «foto» de la situación actual de la seguridad y planear la mejor estrategia a seguir.
El rediseño de la arquitectura de seguridad también debe considerar la inclusión de redundancia y capas de protección adicionales. En lugar de un esquema tradicional de capas de seguridad, se recomienda una malla de seguridad, que ofrece una cobertura más amplia y flexible en un conjunto de tecnologías unificado.
Por otro lado, evaluar la cadena de suministro es vital al considerar la seguridad en la nube. Las organizaciones dependen de terceros para varios servicios, y estos proveedores deben alinearse con las políticas de seguridad internas para asegurar una convergencia adecuada. Esta evaluación debe identificar en qué punto existe una relación crítica con la cadena de suministro y cómo se gestionan los riesgos asociados.
También, poner a prueba los planes de continuidad de negocio es crucial para asegurar la resiliencia y minimizar los tiempos de recuperación ante desastres. Estos planes deben evaluarse regularmente para garantizar que la organización esté preparada para cualquier eventualidad, aumentando su capacidad de respuesta y recuperación.
Los ejercicios de simulación son esenciales para probar y validar los planes de continuidad de negocio. Estos ejercicios ayudan a identificar debilidades y áreas de mejora, asegurando que la organización pueda responder de manera efectiva a incidentes y minimizar el impacto en las operaciones.
Finalmente, la concientización y formación de los usuarios es de suma importancia para mantener una postura de seguridad robusta. No importa cuántas tecnologías y soluciones se implementen, el eslabón más débil, pero no menos importante, siempre será el usuario. Educar a los empleados sobre las políticas de seguridad y la protección de la información es clave para prevenir errores humanos y reducir riesgos.
Combinación de fuerzas
Las tecnologías avanzadas y las soluciones de seguridad son fundamentales, pero no son suficientes por sí solas. La combinación de tecnología, políticas robustas y usuarios bien capacitados es lo que realmente proporciona una protección sólida y efectiva contra las amenazas en la nube.
En conclusión, la seguridad en la nube es un componente esencial en la era digital. A medida que las organizaciones migran más datos y aplicaciones a la nube, la exposición a riesgos aumenta significativamente. Implementar estrategias como SASE, ZTNA y DLP, entre otras, así como rediseñar arquitecturas, evaluar la cadena de suministro y formar a los usuarios, son pasos fundamentales para proteger la información y mantener la integridad y disponibilidad de los recursos en la nube.