Ciberseguridad basada en riesgos, la evolución de los modelos de madurez

Ciberseguridad basada en riesgos, la evolución de los modelos de madurez

El rol del CISO (Chief Information Security Officer) ha cambiado considerablemente a lo largo del tiempo. De ser los técnicos encargados de mantener los sistemas seguros, su enfoque cambió al cumplimiento de normativas. Hoy, el CISO se concentra en la gestión de riesgos y en apoyar la continuidad del negocio. Esta evolución no sólo responde a las necesidades crecientes de seguridad en un entorno digital complejo, sino también a la necesidad de integrar la seguridad en la estrategia empresarial de manera coherente y efectiva.

Con la transformación digital, los CISO deben proteger no sólo la información física, sino también las aplicaciones interconectadas, los usuarios internos y externos, y la infraestructura digital. Este enfoque más amplio requiere nuevas estrategias y frameworks de seguridad que aborden los desafíos emergentes del ciberespacio. 

Lo anterior plantea un cambio significativo en la forma en que se aborda la ciberseguridad, pasando de un enfoque reactivo a uno proactivo y estratégico. Los CISO deben estar preparados para enfrentar amenazas que pueden surgir desde cualquier punto, no sólo desde los perímetros tradicionales de la red corporativa.

Protección y respuesta

En este contexto, entra a escena el NIST Cybersecurity Framework (NSF), que complementa las estrategias de resiliencia de las organizaciones. La versión 2.0 del NCF introduce un enfoque más estratégico, incluyendo gobernanza, identificación, detección, protección, respuesta y recuperación. Esto refuerza la capacidad de una organización para manejar ciberincidentes y recuperarse rápidamente. Los cambios en el NSF reflejan también la necesidad de un enfoque más holístico y coordinado en la ciberseguridad, que integre la tecnología, los procesos y las personas de manera efectiva.

Es importante destacar que NSF no llega a sustituir a la certificación ISO 27001, sino a complementarla. La integración de ambos frameworks crea un modelo robusto de gestión de ciberseguridad que protege el ciberespacio y garantiza la resiliencia organizacional. 

Esta colaboración entre estándares permite que las empresas aprovechen las fortalezas de cada uno para crear una estrategia de seguridad más integral, así como ofrecer un enfoque más estructurado y coherente para abordar los riesgos de seguridad de manera integral.

Unión de fuerzas

El mayor reto para el CISO radica en implementar estos frameworks de manera efectiva. Para ello, el ISO 27032 se utiliza para ayudar en la orquestación de una estrategia de ciberseguridad utilizando los componentes de ISO 27001 y NSF. Este estándar actúa como un puente, facilitando la integración de las diferentes normativas y frameworks para crear una estrategia de seguridad cohesiva. 

Asimismo, ISO 27032 proporciona una guía clara sobre cómo establecer y mantener un sistema de ciberseguridad que sea flexible y adaptativo a las necesidades cambiantes del entorno digital. ISO 27032 se combina además con ISO 27005, que proporciona herramientas para la gestión de riesgos. 

La resiliencia es ahora una prioridad

Las organizaciones buscan ser más resilientes ante ciberataques, y las herramientas mencionadas ayudan al CISO a tener una visión integral de riesgos e impactos en el negocio. La resiliencia implica no solo la capacidad de prevenir ataques, sino también la capacidad de recuperarse rápidamente y minimizar el impacto en las operaciones comerciales. La implementación de una estrategia de ciberseguridad que incluya elementos de resiliencia es esencial para la continuidad del negocio en un entorno de amenazas en constante evolución.

Es fundamental dejar de pensar en riesgos cualitativos y empezar a cuantificarlos. Esto significa conocer los aspectos financieros del negocio y presentar cómo los riesgos de ciberseguridad pueden afectar las ventas, márgenes y otros indicadores clave. La cuantificación de los riesgos permite a las organizaciones priorizar sus esfuerzos de seguridad y asignar recursos de manera más efectiva. Además, proporciona una base más sólida para justificar las inversiones en ciberseguridad ante la alta dirección y otras partes interesadas.

Es vital también que la implementación de controles de seguridad no deba verse como un gasto, sino como una inversión. Al demostrar que los controles cuestan menos que las posibles pérdidas por ciberataques, se puede obtener el apoyo necesario de la alta dirección. Este enfoque ayuda a cambiar la percepción de la ciberseguridad dentro de la organización, viéndola no solo como una necesidad operativa, sino como un habilitador clave para el negocio. 

Por otro lado, se observa la tendencia en la contratación de ciberseguros, que ayudan a recuperar las operaciones tras un ciberincidente. Implementar buenos controles de seguridad puede reducir las primas, proporcionando otro incentivo para su adopción. Los ciberseguros ofrecen una capa adicional de protección financiera, que puede ser crucial para las organizaciones que buscan mitigar los riesgos de ciberseguridad. 

En resumen, el rol del CISO ha evolucionado y los frameworks también. Es vital tener un conocimiento integral de las distintas herramientas y justificarlas cuantitativamente para garantizar la continuidad del negocio y la protección de los activos empresariales, tanto físicos como digitales. Los CISO deben estar preparados para adaptarse a los cambios y liderar la implementación de estrategias de seguridad que sean efectivas, escalables y alineadas con los objetivos comerciales. 

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