La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser un concepto futurista para convertirse en una realidad cotidiana, presente incluso en nuestros teléfonos y dispositivos más comunes. Aunque su auge actual puede parecer reciente, la IA tiene sus raíces en la década de 1950, cuando surgió la idea de que las computadoras podrían imitar la inteligencia humana.
Este concepto ha evolucionado significativamente, dando paso a tecnologías como Google Gemini, ChatGPT y Meta IA, que están revolucionando muchos campos, incluida la ciberseguridad.
Una de las ramas más importantes de la IA es el Machine Learning (ML) o aprendizaje automático, que se centra en enseñar a las máquinas a aprender y mejorar de forma autónoma. Aunque la IA y el ML suelen confundirse, es importante destacar que el ML es solo una parte de la IA. Mientras que la IA imita el pensamiento humano, el ML se enfoca en mejorar con el tiempo a partir de los datos que procesa, permitiendo predicciones más precisas y la toma de decisiones con mínima intervención humana.
La IA en ciberseguridad
En el ámbito de la ciberseguridad, la IA ha demostrado ser una herramienta invaluable. Ayuda a los responsables de la seguridad a analizar y correlacionar eventos y datos de ciberamenazas provenientes de diversas fuentes. Las tecnologías de seguridad más avanzadas han comenzado a integrar capacidades de IA, permitiendo la automatización del análisis de eventos y la generación de conclusiones preliminares que pueden usar para tomar decisiones informadas y rápidas.
A través de estas integraciones, la IA se ha convertido en un potente habilitador para los analistas de ciberseguridad, ahorrándoles una cantidad significativa de trabajo manual. Así, estos especialistas pueden centrarse en las decisiones estratégicas, basándose en datos ya analizados y procesados por la IA, en lugar de tener que hacerlo desde cero. Esta automatización ha mejorado significativamente la eficiencia en la respuesta a incidentes.
Además de automatizar el análisis de eventos de seguridad, la IA también puede ayudar a investigar y responder a incidentes en tiempo real. Por ejemplo, si un ataque cumple con ciertos criterios, la IA puede automatizar la respuesta, aislando los activos críticos afectados. También puede ajustar las políticas de seguridad en dispositivos y sistemas de protección, mejorando la respuesta ante amenazas mientras se continúa investigando la fuente del ataque.
Casos de uso prácticos
Entre los principales casos de uso de la inteligencia artificial en ciberseguridad, destacan cinco áreas clave.
- Aseguramiento y protección de la información. Ayuda a identificar y etiquetar datos confidenciales, bloqueando intentos de extracción no autorizada.
- Respuesta a incidentes. Tiene la capacidad de correlacionar eventos de múltiples fuentes, ahorrando tiempo a los expertos y facilitando decisiones rápidas y acertadas.
- Evaluación de comportamientos anómalos. La inteligencia artificial puede detectar patrones de comportamiento sospechosos, como inicios de sesión inusuales, y alertar al equipo de seguridad. Si un usuario se conecta a una hora atípica o realiza acciones fuera de su competencia, la IA lo identifica y lo reporta, permitiendo a los analistas tomar medidas preventivas antes de que ocurra un incidente.
- Detección de ciberataques. La inteligencia artificial permite una visión proactiva, ayudando a identificar amenazas a través de herramientas como los SIEM y XDR. Estas tecnologías recopilan eventos, los analizan y determinan si podrían representar una amenaza para la infraestructura crítica, ayudando a definir la mejor estrategia de ciberseguridad para neutralizarla.
- Cumplimiento en ciberseguridad. Por último, la IA también juega un papel crucial en el cumplimiento normativo en ciberseguridad. Permite la estandarización y robustecimiento de políticas de protección a través de herramientas que aplican buenas prácticas y regulaciones. De esta manera, las empresas pueden asegurarse de que sus sistemas cumplen con los estándares más altos de seguridad.
La otra cara de la moneda
Sin embargo, aunque la inteligencia artificial ofrece numerosos beneficios en ciberseguridad, también presenta riesgos significativos.
El primero de ellos es la pérdida de privacidad. La IA, si se utiliza de manera inadecuada, puede facilitar violaciones de privacidad, robos de identidad y la creación de Deep Fakes, entre otros peligros. Por ejemplo, los atacantes pueden utilizar la IA para simular la voz de una persona y cometer fraudes.
Un segundo riesgo es la interrupción de las operaciones debido a la explotación de vulnerabilidades. Aunque la IA ayuda a los analistas a detectar amenazas, también puede ser utilizada por los delincuentes para desarrollar ciberataques más sofisticados. Los hackers pueden aprovechar la IA para mejorar sus técnicas, aumentando la efectividad de ataques como el ransomware y otras formas de cibercrimen.
El tercer riesgo por considerar es la creación y ejecución de archivos maliciosos. La inteligencia artificial facilita la generación de malware más avanzado y específico, lo que aumenta la amenaza para las infraestructuras críticas. Al automatizar la creación de estas amenazas, los atacantes pueden explotar vulnerabilidades de manera más rápida y eficiente, lo que representa un desafío adicional para los defensores de la ciberseguridad.
Actuar con inteligencia
Hay varias recomendaciones que hacemos desde Minsait para ayudar a mitigar los posibles peligros de la IA en ciberseguridad.
En primera instancia, es fundamental diseñar una estrategia de ciberseguridad que integre no solamente la tecnología y estándares de protección, sino también la IA como un habilitador más del negocio.
Por otro lado, establecer un marco de gobierno que regule el uso de la IA es un importante requerimiento, lo que puede ayudar a mantener estrictas directivas y promover entre los expertos en ciberseguridad un esquema ético.
Finalmente, y no menos importante, resulta vital implementar y habilitar herramientas de seguridad que integran la inteligencia artificial, procurando utilizar sus capacidades para sacarles el mayor provecho y elevar así el análisis en el rubro de la ciberseguridad.
En resumen, la IA ofrece un enorme potencial para mejorar la ciberseguridad, pero también plantea riesgos que no deben subestimarse. Aprovechar sus capacidades de manera ética y estratégica puede ser la clave para fortalecer las defensas contra ciberataques cada vez más sofisticados. La clave está en mantenerse al día con su desarrollo, y estar al pendiente de cómo la IA ayuda a robustecer las estrategias de ciberseguridad de las organizaciones, medir su madurez en este rubro y su valor añadido al proteger los sistemas críticos.